Natalia Alarcon, profesora de Historia y Ciencias Sociales e investigadora

 

En este mes de marzo, mes en el que reivindicamos la postura de la mujer trabajadora y sujeta de derecho en la sociedad, se hace latente recordar la importante labor de las mujeres del territorio cordillerano de la comuna de Panguipulli, en procesos de lucha social como la conformación del Complejo Forestal y Maderero Panguipulli (COFOMAP).

 

El COFOMAP fue una empresa estatal organizada y dirigida por sus trabajadores/ras, fundada el 15 de marzo de 1971. Dentro de esta entidad, las mujeres fueron parte fundamental del proceso en el trabajo político y social, articulando escuelas, asambleas, trabajando en las distintas faenas agrícolas, forestales y domésticas que dieron vida a esta etapa en la cordillera. El ejemplo de la fuerza de las mujeres se ve reflejada en Bernarda Vera Contardo, profesora mirista que utilizaba la chapa de “Anita”, quién fundó la escuela básica de Puerto Fuy en 1971.

Posterior al golpe de estado, el régimen militar a través de la CORFO privatizó el COFOMAP y, con ello, comienza el fin de la empresa concebida desde su inicio como un espacio de compañerismo y justicia social. Las mujeres del territorio a pesar de la crisis política y económica de la dictadura civil militar continúan trabajando en los viveros, escuelas y postas rurales, casas particulares, oficinas de la empresa, sosteniendo la economía familiar, sumado a eso realizaron el trabajo de dueñas de casas, cría de animales de corral, huertas y buscando a sus esposos e hijos/as presos/sas o desaparecidos/das.

Los relatos de lucha de mujeres en los tiempos del Complejo bueno y Complejo malo, nos ejemplifican que a pesar de los 50 años del Golpe de Estado, las mujeres continuamos siendo minoría en la toma de decisiones, no somos sujetas de derecho y se han invisibilizado nuestras demandas en torno al reconocimiento político, que se refleja en el trabajo doméstico y de cuidados, el post natal de emergencia y los derechos sexuales y reproductivos. La experiencia en la cordillera de Panguipulli, expone que ayer y hoy, las mujeres hemos sostenido las luchas, siendo relegadas sólo al título de “compañera”.

En el presente, el Complejo Forestal y Maderero Panguipulli es recordado con nostalgia, el neoliberalismo ha traído como nueva actividad económica el negocio turístico, la mayoría de las mujeres del territorio hoy vende su fuerza de trabajo a este rubro, sin embargo, en cuanto a las relaciones sociales y políticas de género, éstas continúan casi igual que hace cincuenta años.

En este 8 de marzo, invitamos a la reflexión en torno a la experiencia de ser mujer en territorios rurales, conversar con nuestras ancestras y mujeres que nos antecedieron sobre la carga o peso de los cuidados y la trayectoria de vida política y social siendo mujeres trabajadoras.

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