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Neltume 2022: Reencuentro con la Memoria y la Lucha Popular

por Guillermo Correa Camiroaga

Luego de dos años se retomaron con vivo entusiasmo las jornadas presenciales de conmemoración organizadas por el Centro Cultural Museo y Memoria de Neltume con la colaboración del Comité Memoria Neltume. Angélica Navarrete, Presidenta del Centro Cultural, al inaugurar estas jornadas expresó que “este encuentro es muy importante para nosotras después de todo este tiempo que estuvimos distanciadas por la pandemia. No pudimos hacer encuentros presenciales anteriormente y teníamos un tremendo desafío, queríamos hacerlo lo mejor posible para podernos volver a ver con las seguridades sanitarias necesarias el día de hoy y estamos felices de ver a muchos amigos que han llegado hasta acá, que viajaron desde lejos, que hicieron el esfuerzo de poder estar presentes. Es motivo de mucha emoción poder tenerlos acá.”

Pese a las restricciones y precauciones que se tomaron debido a los protocolos sanitarios determinados por la pandemia, un importante número de compañeras y compañeros llegaron hasta la localidad de Neltume para reencontrarse con la memoria popular del territorio y -con un ejercicio de pedagogía popular- rescatar las historias de organización, lucha, construcción de poder popular y resistencia armada a la dictadura que llevaron adelante los y las habitantes de este sector, los trabajadores de la madera, campesinos y mapuche junto a sus familias, entrelazados por el accionar militante del MIR en esta región.

Durante tres intensas Jornadas (viernes 04, sábado 05 y domingo 06 de febrero) se entregaron diversos testimonios y elementos del contexto histórico en que se fue implementando el Complejo Forestal y Maderero Panguipulli (COFOMAP), lo relacionado con la resistencia armada a la dictadura inmediatamente después del golpe de Estado, entre septiembre y diciembre del año 1973, como asimismo de la instalación del Destacamento Guerrillero Toqui Lautaro (DGTL), lo que se conoce como la Guerrilla del 81, operación desarrollada por el MIR que fue detectada y desarticulada cuando recién estaba en su fase inicial de exploración, conocimiento y acondicionamiento del terreno en las montañas de Neltume.

En la Primera Jornada se realizó un Conversatorio que se extendió por más de tres horas, dividido en dos Bloques. El primero de ellos estuvo centrado en la “MILITANCIA EN EL COMPLEJO, MUJERES DE VANGUARDIA, ORGANIZACIÓN Y RESISTENCIA”, mientras en el segundo bloque el tema fue: “RESISTENCIA EN LA MONTAÑA: LA PATRIA ESTÁ OSCURA Y HAY QUE IR A ILUMINARLA. MOTIVACIONES Y VIDA COTIDIANA DE LOS COMPAÑEROS DEL DGTL”.

Es importante destacar en esta oportunidad los testimonios y semblanzas que fueron entregados por los compañeros José Bravo, Pedro Cardyn y “Pancho”, en relación con la participación de las mujeres en estos procesos que se llevaron adelante en este territorio en el período 70-73.

Como planteó Javiera, nueva integrante del Centro Cultural y moderadora de este encuentro “el primer eje tiene que ver con las mujeres de vanguardia, las mujeres que llegaron al complejo a trabajar y a organizar la lucha. Entonces este primer eje tiene que ver con “ANITA Y LUISA VAN A LA MONTAÑA”.

Transcribo a continuación parte de las intervenciones de los participantes en este onversatorio.

José Bravo en su testimonio manifestó:

Ahora vamos a hablar de ANITA y de LUISA. Ellas dos eran profesoras, ambas militantes del MIR. Anita era la compañera de otro compañero que le decíamos “Mono”, René Roberto Acuña Reyes, que está desaparecido.

El “Pelao” Krauss, que era el jefe regional del MIR, en septiembre del 72, yo llegué en agosto del 72 de vuelta para acá, entonces hablamos y le digo tienes que conseguir más compañeros para que se vayan a vivir a la montaña con los trabajadores. Él consigue que se vengan compañeros y compañeras, entre esos el “Mono” con su compañera Anita, que era profesora e hizo clases en Puerto Fuy. A fines de ese año también llega por el lado de Arquilhue la compañera Luisa, ella era profesora igual y en Arquilhue, Maihue y Carranco hacía trabajo con los trabajadores, con su familia y con los niños.

Ellas, como eran militantes del MIR, tenían una disposición y una voluntad que era igual como la que teníamos todos los que andábamos acá. Esa disposición para conversar con los trabajadores, para enseñarles lo que nosotros íbamos aprendiendo, ellas también lo hacían.

Donde ellas más demuestran su disciplina y disposición es cuando después del golpe se van con nosotros para la montaña. Allí tuvieron que sufrir toda la rigurosidad de andar en la montaña, con miles de milicos a la cola. Ellas vivieron y soportaron eso porque tenían conciencia política de clase y lo que querían era hacer un cambio en este país para toda la gente, para los pobres, para los trabajadores.

(…) La Anita, después de Trafún, se vino a Fuy, para el 73, para el golpe era profesora en Fuy. Era una mujer delgada, pero de una vitalidad impresionante para poder soportar todas esas cosas en la montaña, por eso digo que tenían una convicción política, ideológica, como todos los que hacíamos eso aquí.

(…) Aquí en Neltume, por ejemplo, el machismo era una cosa grandota. Yo como había estado en la escuela acá tenía compañeras que eran amigas mías y dentro de la organización del Partido yo tenía una Base de seis compañeras, la mayoría eran compañeras de escuela. Teníamos que hacer reuniones secretas, clandestinas en ese tiempo, porque los papás no podían saber que estaban ellas participando en política. Eso funcionó muy bien.”

Por su parte, Pedro Cardyn expresó:

No puedo juntar el nombre de Luisa con las personas que me tocó conocer, pero sí puedo decir que eran mujeres jóvenes, 20-25 años, con formación en educación, pedagogía. Lo que sí era llamativo es que las veías caminando a pie en verano o en invierno, para ir de Arquilhue a Río Chico, que por esos caminos eran 5 horas caminando, alojando en las casas de los trabajadores, ayudando a las compañeras. Estas mujeres que eran profesoras, alfabetizadoras, convivían y compartían con las familias, con los trabajadores (…) A veces había 5,10, 15 trabajadores en una Sede Sindical o en una faena de montaña, y veías a una joven de 18, 20, 25 años, entremedio de puros viejos rudos y había un respeto, una especie de encantamiento de los viejos, que escuchaban a las compañeras y que aprendían a juntar letras, palabras, sílabas, y tu veías como todo eso iba creciendo. Eso es el recuerdo que tengo de la Luisa, o de esas Luisas que anduvieron por la zona de Arquilhue y en otros lados donde me tocó andar.

De la Anita sí tengo más recuerdos. Bernarda Vera Contardo. Yo llegué a vivir al Complejo a fines del año 72, colgué el delantal de médico y me tocó conocer a la Anita como profesora en Trafún, porque ella hizo clases en escuelas de Trafún, que es un fundo que queda más allá de Liquiñe, en las faldas del cordón volcán Villarrica, Quetrupillán, Lanin, ahí estaba ese fundo, en medio de comunidades mapuche, y ella vivía en la antigua casa patronal del fundo y hacía clases a los niños de la faena y también a los niños mapuche que estaban muy cerca de esa escuela. Ella era, voy a hablar en términos extraños, una especie de ángel que enseñaba, que educaba y que caminaba horas. Tenía una abnegación, una dedicación ciento por ciento a lo que hacía. Anita se incorporó a la guerrilla del año 73.

(…) Una de las reflexiones es que el machismo en esa época era terrible, uno lo ejercía no más y no se daba ni cuenta, aunque estábamos en contra del machismo. Hay algo que dice mi compadre que se dibuja en esta conversa y es que las compañeras por ser mujeres le ponían el doble de energía que los demás poníamos.

(…) El Complejo estaba formado por cuatrocientas mil hectáreas, cuatro mil trabajadores mapuche y obreros, todo un territorio gigantesco, que era un plan de manejo de la vida, del bosque, del agua, sustentable, y que iba a abarcar los pueblos y poblados donde había colonos, trabajadores, pequeños comerciantes, era un todo, un proyecto piloto que estuvo adelantado cincuenta años a su época y que hoy día, en términos ambientales y de crisis global podría ser un ejemplo para el resto del planeta.

(…) En este momento hay cerca de siete mil personas, mapuche y obreros, descendientes del Complejo Maderero que están organizados en seis Corporaciones, por los distintos lugares, Enco, Puñir, Remeco, Arquilhue, en fin, habitantes ancestrales, y está en proceso una demanda al Estado por desplazamiento forzado de población civil, que es una categoría de Naciones Unidas que obliga a los Estados a reparar el daño cometido, que no prescribe, es un crimen de lesa humanidad. Hay otra figura, la de genocidio, que es aún más grave que la de desplazamiento de población forzada, existe, porque genocidio es intento de destruir, de eliminar una población, una cultura, una etnia, una nación, una religión, por los motivos que sean, y eso es lo que ocurrió aquí.”

Dentro del desarrollo de este conversatorio se entregaron algunas pinceladas y características de cómo se gestó, lo que fue y representó el Complejo Forestal y Maderero Panguipulli (COFOMAP).

El compañero “Pancho” al respecto manifestó en parte de su intervención:

Ingresé al MIR el año 67-68 siendo estudiante secundario y a fines del 68, principios del 69, el chico Fausto que estudiaba Ingeniería Forestal vino a Trafún grande con un grupo de estudiantes y cuando vuelve a Valdivia nos dice “encontré la sierra maestra”. Partimos en el verano en grupos de a dos.

En Coñaripe había un señor socialista, muy revolucionario, no se olviden que el año 67 en el Congreso de Chillán el Partido Socialista optó por la vía armada, y teníamos conocimiento de él en Valdivia y llegamos allí con el Pepe (José Gregorio Liendo) para generar unos contactos. Nos dio unos contactos de una reducción mapuche en Trafún Chico donde vivimos tres meses.

Antes de salir de Valdivia un señor nos hizo un curso de “metodología de penetración” y nos dio unos carnés falsos de recopiladores folclóricos y alfabetizadores. Trajimos una mochila de libros, el Silabario Hispanoamericano entre ellos y ahí nos empezamos a mover con Pepe y el hijo del compañero Abelino Reinahuel, que era baqueano y conocía todos los pasos de la cordillera.

Le voy a contar como anécdota como nace el nombre de “Comandante Pepe”. Estábamos formados afuera de la administración de Carranco y Pepe nos comienza a dar las instrucciones de lo que teníamos que hacer y nosotros le respondimos “¡sí Comandante, ya Comandante!”, entonces de ahí se corrió la voz y así nació lo del “Comandante Pepe”. Todo lo que pasaba acá le echaban la culpa al “Comandante Pepe”.

En relación con el COFOMAP José Bravo relató:

Hay historiadores que dicen que este asunto del Complejo es una de las historias más grandes y más poderosas de América Latina, por la cantidad de terreno, por la cantidad de gente, por la profundidad de las medidas que se estaban tomando, que eran todas en beneficio de cambiar, de terminar con el capitalismo y hacer una sociedad mejor (…) Acá arriba en la montaña les contaba que los trabajadores habían decidido que íbamos para el socialismo (…) pero antes de eso acá a la montaña llegaron muchas personas que vinieron de Loncoche hacia el norte arrancando, que eran dirigentes sindicales o porque participaban en política, y llegaron a estos fundos de acá de la montaña y contaron esas cosas. Entonces los trabajadores de la montaña tenían lo que yo llamo instinto de clase, que es cuando los trabajadores están dispuestos a organizarse en sindicatos. Por ejemplo, el fundo de Carranco se había tomado dos veces antes de que resultara, que fue a la tercera; aquí en Neltume a la quinta vez que se trató de lograr formar sindicato se logró, y eso era porque había muchas personas que conocían parte de la historia de la lucha del pueblo chileno. Aquí había mucha gente que sabía quién era Luis Emilio Recabarren, Marmaduke Grove, Elías Lafferte, entonces los trabajadores aquí sabían que eran explotados y tenían que cambiar eso.

 

En el período de las Tomas de fundo, que son casi tres años que dura eso, la conciencia, la formación política, la educación política que se le da al trabajador en la montaña es grandota y ellos aprenden.

(…) A nosotros cuando nos empezaron a enseñar de política, el pelao Krauss, que era un tipo tan astuto, a los tres días que tomamos Neltume nos preguntó si queríamos que nos dieran formación política, claro, por supuesto dijimos. Él se fue para Valdivia y al otro día volvió con un compañero que le decían Fafa y él, aparte de haberse leído todos los libros, tenía una paciencia extraordinaria porque nosotros acá éramos como salvajes, nos pasábamos leseando todo el día, y en las reuniones también. Entonces él se metía en esa chacota que nosotros armábamos y como a la media hora decía, ya compañeros paremos el leseo porque aquí venimos a aprender y nos enseñaba, y nos mandaba a leer libros.

En ese tiempo se hacía guardia en todos los lugares para cuidar la toma y había gente que se cambiaba los turnos para estar cuando a nosotros nos daban formación política y cuando salíamos de la reunión nosotros íbamos por los lugares de guardia a contarles lo que habíamos aprendido. En ese tiempo llegó aquí mucha gente joven, compañeras, compañeros, profesores, que venían a mirar lo que estaba pasando y ver en que podían ayudar.

Aquí había 580 obrero entre Neltume, Remeco y Fuy, en todas las fábricas que habían aquí, entonces en una reunión, ya la gente sabía una cantidad de cosas que los miristas habían contado, entonces la gente le dice a un profesor que era de Valdivia, de una Escuela Normal, profesor, qué cosa es el poder popular, y el profesor dice, bueno el Poder Popular es como su nombre lo indica, cuando manda el pueblo y si ustedes aquí conversan, discuten, se organizan y deciden qué es lo que van a hacer y lo hacen, eso es el Poder Popular.

Aquí se produjo una revolución cultural, toda la gente que no sabía leer fue a las reuniones donde venían los estudiantes, los maestros y aprendían a leer, porque querían participar y opinar con base sobre las cosas que íbamos a decidir.

(…) Si se hubiera concretado el Congreso que estábamos preparando en septiembre del 73 los trabajadores del Complejo, dentro de los puntos planteados decíamos que nosotros íbamos hacia el Socialismo a través del Poder Popular; allí también otro de los puntos que se iban a aprobar era el de que las mujeres participarían en todas las cosas de la organización del Complejo, ya no solo en cosas de salud, cosas así, sino que en todo lo que tenía que ver con el Complejo, incluso el trabajo mismo en las empresas.”

La temática del segundo bloque del Conversatorio estuvo centrada en el Destacamento Guerrillero Toqui Lautaro, que también incluyó entre sus combatientes a “otras Luisas”, representadas esta vez por la compañera “Elsa”, quien permaneció por algún tiempo en las montañas de Neltume.

Ibar Leiva, integrante y sobreviviente de la guerrilla del 81, al hacer uso de la palabra relató lo siguiente:

Lo que nos convoca a estar presentes acá es para hacer memoria y ver cómo la vivencia de nuestros compañeros la proyectamos hacia el futuro y eso tiene mucho valor.

Hay conceptos que se han repetido y estoy seguro que se les quedaron en la cabeza. Primer concepto: MIR; segundo concepto: Lucha; tercer concepto: Organización; cuarto concepto: Guerrilla.

Mi testimonio tiene que ver precisamente con una experiencia de guerrilla en el Destacamento Toqui Lautaro el año 81. Uno puede hacer muchísimas lecturas y con quienes nos van a acompañar mañana en el recorrido del “Sendero de la Memoria” vamos a poder profundizar más o entregar más detalles.

El por qué se da esta experiencia guerrillera del año 81 tiene que ver precisamente con lucha, entrega, convicción y además porque todos nosotros éramos militantes del MIR.

Si uno se mete en la historia del MIR, en su génesis, se va a encontrar con que la táctica guerrillera estuvo presente siempre. Es más, yo diría que es el elemento que genera la formación del MIR (…) El MIR era clarito, decía que la toma del poder es a través de la vía armada para construir una sociedad más justa. Así de simple. Estaban los ejemplos de Cuba fundamentalmente y de allí rescatábamos el rol del Che Guevara, nosotros todos en algún momento nos sentimos y nos creímos el Che Guevara.

(…) Es más, muchos de nosotros sentimos qué en aquel período pre revolucionario de la Unidad Popular, el MIR, producto de un explosivo crecimiento, como que se anduvo un poco confundiendo en términos de cuál era la tarea principal y dejamos de lado un poco el desarrollo de la guerrilla.

Los compañeros fundadores del MIR, Miguel, Bautista, Luciano, esos compañeros en el 67-68 ya anduvieron guerrilleando por muchos lugares del sur, no estaban hablando por hablar. Quisieron poner en práctica desde el primer momento lo que significaba la guerrilla en Chile y estuvieron por la Nahuelbuta, anduvieron acá por Lonquimay, incluso aquí por Lanco creo que también estuvieron. Y andaban ellos, estaba el Bautista, estaba el Miguel, estaba el Luciano, los compañeros fundadores, ese nivel de convicción había en torno a que la guerrilla era un elemento que había que desarrollar.

En ese período pre revolucionario, como les decía, el MIR creció tremendamente y eso hizo que los esfuerzos se centraran en la construcción de la organización más que en el desarrollo de esta tarea que era fundamental.

(…) Lo que quiero dejar claro es que siempre estuvo en la dedicación del MIR el tema del desarrollo de la guerrilla, que además fueron los problemas que tuvimos con el Partido Comunista, con el mismo Salvador Allende, con la gente de la Unidad Popular en su conjunto, porque ellos habían optado por una vía que era de empanada y vino tinto, como se graficó en algún momento por ahí. Sin embargo, igual hubo niveles de coordinación con Salvador Allende, que nunca rompió relaciones con nosotros, también sectores del Partido Socialista, sectores del PC no nos abandonaron y estuvieron trabajando algunas cosas junto a nosotros.

Viene el golpe cívico militar y por supuesto que la cantidad de compañeros muertos, desaparecidos que tenemos es muy importante. Otros desde las cárceles, desde la tortura, tuvimos la posibilidad de salir del país. De esta zona también llegaron varios compañeros al exilio.

A mediados del año 78 el MIR en el exterior decide retomar el tema de la guerrilla y se define el tema de la Operación Retorno, que más que una operación militar en sí es una línea política. Habíamos muchos miristas en el exilio y por otro lado en Chile ya empezaba un poco a dejarse atrás el tema del repliegue producto del accionar de la dictadura y algunos sectores se empezaban a movilizar, entonces el MIR define que muchos de los compañeros que estamos afuera nos reincorporemos al frente, en distintas tareas, no necesariamente era la guerrilla, esa fue una de las tantas líneas de trabajo que se impulsó.

Estaba un compañero afuera, que era miembro del Comité Central y que tenía tremenda experiencia en el trabajo con campesinos y mapuche en el MCR, que era el compañero Paine. A ese compañero se le da la tarea de preparar un contingente para la guerrilla en específico, sin tiempo, sin lugar, sin nada, simplemente hay que preparar un Destacamento que esté disponible para asumir esta tarea. El compañero Paine, que era de la zona sur, era de Cautín, estuvo preso en Temuco y conocía a mucha gente de la zona sur. Mucha gente y compañeros militantes que habíamos tenido la experiencia del trabajo con campesinos, y que además teníamos algún nivel de experiencia militar, guerrillera, en el sentido de que habíamos estado en Escuela. El compañero recorre el exilio buscando gente para este contingente y a quienes recluta es precisamente a aquellos compañeros teníamos ya algún nivel de experiencia.

Además, el Partido a nivel de la Dirección había decidido que la zona a trabajar era esta. ¿Por qué era esta? Creo que con todo lo que escucharon ya, en el relato de los compañeros, políticamente es muy claro que tenía que hacerse por todo lo que había significado el trabajo de los compañeros en la zona. Quizás hoy día puedo decir a lo mejor fue simple el análisis porque no dimos cuenta de lo que había significado la represión en la zona, en términos de compañeros muertos, en términos de compañeros desaparecidos, en términos de compañeros que habían abandonado la zona y en términos de la penetración de la contrainsurgencia en todo este lugar.

La disposición estaba, pero además de eso se le agregaba que dentro del contingente elegido había 6 compañeros que eran de aquí, que eran de esta zona y por lo tanto tenían un nivel mínimo de conocimiento de lo geográfico. Además, la Dirección del Partido había hecho un estudio en torno a las condiciones geográficas del lugar para instalar un Destacamento, en distintos lugares de Chile, y esta zona reunía esas condiciones donde la montaña tiene características que hacen posible entrar, salir sin problemas, incluso replegarse para Argentina. Había muchos elementos del punto de vista geográfico que también hacían factible que esta fuera la zona elegida.

(…) Las características de este grupo es que son todos compañeros militantes con cierto recorrido en el MIR, de convicción probada porque muchos pasamos por la tortura y tuvimos la suerte de salir bien, sobrevivimos y, por lo tanto, respondíamos políticamente y en convicción a la tarea que se nos estaba convocando. Además de eso teníamos como característica que éramos un grupo bastante alegre, en la convivencia diaria nosotros siempre nos dábamos el tiempo de vivir la experiencia con alegría, con disposición, sin pena. En ese sentido, cuando aparecen los milicos en nuestras vidas pudimos soportar bien la experiencia a pesar de todas las condiciones que nos tocó vivir, sin alimento, sin vestimenta adecuada.

Como Proyecto Guerrillero estábamos recién en la primera etapa que significaba reconocimiento y acondicionamiento del terreno, no estábamos todavía en condiciones de entrar a combatir y además porque había una decisión política que se había tomado y era que nosotros no éramos el foco tradicional, el Partido evaluaba que en algún momento cercano el Movimiento de Masas iba a tener una explosión fuerte y que ese iba a ser el momento en que la guerrilla podía irrumpir y desarrollarse en el contexto nacional. Lo qué si falla, para mi gusto, es que nos adelantamos en el diagnóstico, porque las grandes manifestaciones no fueron el 81, son el 82-83-84.

En ese plano el por qué nuestra respuesta ante la aparición del enemigo no es armada obedece a esas dos cosas que mencionaba. Cuando ellos aparecen nuestra tarea es romper el cerco, salvaguardar nuestras vidas, reacomodarnos en el terreno en función de definir qué era lo que hacíamos a futuro y esa tarea la cumplimos bien. Sobrevivimos bien, rompimos los cercos que nos pusieron desde el primer momento, no hay bajas de compañeros en el primer momento, las bajas recién se producen a partir de que son apresados en el valle, abajo ya, un par de compañeros. Ellos, los militares, incluso habían informado que nosotros habíamos arrancado para Argentina o que producto del frío, la falta de elementos habíamos muerto en la montaña. A partir de esa nueva situación que se les presenta empiezan a producirse la bajas y en algunos momentos con compañeros que logran combatir.

En general la disposición del grupo, como colectivo, la respuesta que se da a la irrupción violenta del enemigo nos permite decir que estábamos en condiciones de sostener, a pesar de que no llevábamos tanto tiempo, una guerra que pudiera haber sido exitosa. Los milicos no tenían ningún conocimiento del terreno. Nosotros sí pudimos convivir por más de dos meses con ellos ahí, porque nosotros los veíamos pasar, escuchábamos sus arengas, ellos recorrieron la montaña por los caminos que ya estaban construidos, caminos madereros. Siempre disparando, especialmente de noche, o dejaban papeles tirados en cualquier lado, pero sin embargo no pudieron retomarnos y nosotros tuvimos la capacidad de respuesta militar para mantenernos en la montaña sin ser eliminados. Eso es una realidad.

Es rescatable especialmente el comportamiento de los compañeros combatientes del Destacamento que eran de esta zona y esto es producto de todo este proceso político que contaba Jacinto, que contaba el León, de todo ese proceso de participación, de desarrollo de la conciencia de clase, de empaparse de elementos políticos, ideológicos, que hicieron que estos compañeros tuvieran una conducta ejemplar en todo momento. Los homenajes y el tenerlos siempre presentes en la memoria creo que sin duda alguna es lo mínimo que nosotros como sobrevivientes de aquella experiencia podemos hacer.”

Una vez terminado el Conversatorio, que duró alrededor de tres horas, se procedió a realizar una emotiva ceremonia encendiendo velas en homenaje a los compañeros fusilados en Valdivia el 73, a los ejecutados en Chihuío el 73, a otros caídos del complejo el 73, a los Detenidos Desaparecidos de Liquiñe el 73, a los caídos en Neltume el 81 y en otros lugares posteriormente, cuyos nombres están inscritos en el Memorial ubicado a la entrada de Neltume.

Velas rojas y negras encendidas fueron siendo colocadas en el suelo por los compañeros y las compañeras presentes delante de un mural dedicado a los compañeros de la guerrilla del 81.

La jornada concluyó conversando y compartiendo fraternalmente un vaso de vino, una taza de café o de té, mientras el compañero y cantautor Flopy interpretaba algunas canciones.

Durante la segunda jornada de actividades se realizó el recorrido del Sendero de la Memoria Guerrillera, que se inicia a la altura del puente Quilmío para luego recorrer la orilla del lago Neltume, trayecto en el que están emplazadas las Placas de Memoria que recuerdan a los compañeros “Óscar y Rigo” (RENÉ EDUARDO BRAVO AGUILERA Y JULIO CÉSAR RIFFO FIGUEROA), “Pablo” (RAÚL RODRIGO OBREGÓN TORRES), “Jorge” (PEDRO YÁÑEZ PALACIOS), “Camilo, Víctor y Pedro” (JOSÉ EUGENIO MONSALVE SANDOVAL, PRÓSPERO DEL CARMEN GUZMÁN SOTO Y PATRICIO ALEJANDRO CALFUQUIR HENRÍQUEZ). Desde allí se continúa posteriormente hacia la localidad de Choshuenco, donde está emplazado el Memorial de “Paine” (MIGUEL CABRERA FERNÁNDEZ), se continúa hacia el sector de Molco, donde se ubica el Memorial de “Eusebio y Lucas” (HUGO RIBOL VÁSQUEZ MARTÍNEZ Y MARIO EDMUNDO SUPERBY JELDRES)), para finalizar el recorrido del Sendero en la Placa de Memoria instalada en homenaje a “Pequeco” (JUAN ÁNGEL OJEDA AGUAYO), en Quebrada Honda, Puerto Fuy. En cada uno de estos lugares compañeros y compañeras sobrevivientes de aquellas experiencias entregan sus testimonios y semblanzas de los compañeros caídos en la lucha de resistencia en contra de la dictadura.

En esta misma jornada, durante la tarde, el compañero Mauricio, encargado de difusión y comunicaciones del Centro Cultural Museo y Memoria de Neltume, desarrolló un Taller de Registro Radiofónico utilizando la metodología de la educación popular donde participaron una docena de compañeros y compañeras y mediante dinámicas grupales fueron aprendiendo e implementando una especie de radioteatro con el testimonio escrito por Ibar Leiva sobre la caída de los compañeros “Qincha” (LUIS QUINCHAVIL SUÁREZ) y “Campito” (JOSÉ CAMPOS CIFUENTES), quienes fueron capturados por la Gendarmería Argentina el 17 de febrero del 81, cuando intentaban ingresar clandestinamente a Chile; desde ese entonces permanecen como Detenidos Desaparecidos. Al final del Taller se realizó la grabación, con las múltiples voces de las y los participantes, de una serie de cápsulas de audio para ser difundidas a través de las redes virtuales del Centro Cultural y por la Radio Pellin Folil, emisora que forma parte de la Red de Medios de los Pueblos, agrupación de medios de comunicación independientes, alternativos y populares.

La tercera y última jornada de conmemoración incluyó la subida al Campamento 83, campamento de invierno, lugar donde el Destacamento Guerrillero Toqui Lautaro fue descubierto por las fuerzas represivas el 27 de junio del año 1981. Acá los combatientes sobrevivientes profundizaron los relatos de los distintos episodios vividos por los integrantes de la guerrilla, la forma cómo se relacionaban entre sí, el funcionamiento militante, la camaradería y la solidaridad en sus comportamientos, junto a nuevas anécdotas y semblanzas de los diferentes compañeros que participaron de esta experiencia de resistencia y lucha.

Cabe destacar en esta ocasión la presencia de Pedro Guzmán Soto, hermano de Próspero Guzmán (“Víctor”), que por primera vez asistía a estos encuentros. Visiblemente emocionado manifestó su gratitud y satisfacción al conocer los testimonios y semblanzas que se entregaron de su hermano, lo que le permitió conocerlo más en profundidad como persona, como militante y como luchador popular.

Los compañeros y las compañeras presentes recorrieron los distintos espacios del Campamento y pudieron conocer el tatú que se encuentra en las vecindades del sector.

Durante la tarde del día domingo 07 de febrero, como última actividad d estas intensas tres jornadas, compañeras y compañeros integrantes del Centro Cultural Museo y Memoria de Neltume hicieron un balance del trabajo realizado duranteel período de pandemia, dando a conocer al mismo tiempo el trabajo que desde este espacio de memoria viva se proyecta tanto hacia la comunidad de Neltume, como a otros espacios y redes regionales, nacionales e internacionales.

Los testimonios entregados por los distintos compañeros y compañeras son parte de la memoria y la lucha de liberación del movimiento popular de ayer y -más allá de los procesos coyunturales en curso- entregan elementos que pueden ser incorporados como instrumentos para las luchas del presente orientadas a terminar con el sistema capitalista de dominación y avanzar en la construcción de una sociedad distinta, solidaria, sin explotación ni opresión , en donde el poder popular –aquel que fue exitosamente implementado durante la formación y desarrollo del Complejo Forestal y Maderero Panguipulli- sea el motor principal para impulsar las profundas y estructurales transformaciones que se requieren, sin descuidar ni desconocer todos los instrumentos que tiene a disposición las clase dominante, incluyendo el aspecto militar y el monopolio de las armas que recae en la Fuerzas Armadas y de Orden.